13 dic 2013

Las ventajas de ser un marginado - Las ventajas de ser invisible

«Y me besó. Fue el tipo de beso del que nunca podría hablar en voz alta a mis amigos. Fue el tipo de beso que me hizo saber que nunca había sido tan feliz en toda mi vida.»
—Las ventajas de ser invisible

La vida imaginaria

«Yo nunca pienso si_no_es_ahora_cuándo / si_no_eres_tú_quién, como me dijiste tú aquel día. Nunca lo pienso. A mí lo que me gusta imaginar es que un día nos encontramos en una ciudad cualquiera, en una ciudad en la que no vivimos. Tendría que ser una ciudad del extranjero donde no existiera ni una sola posibilidad de encontrarte, donde no te esperara ni tú me esperaras a mí, aunque ya sé que esto último tendría más lógica porque hace bastante tiempo que tú no me esperas…»
—La vida imaginaria

La vida imaginaria

«La vida es una mierda. Que yo no digo siempre, digo ahora. Que yo no digo que la vida sea una mierda desde que nací, yo digo estos días, estas semanas, estos meses. Estos en los que abro la ventana por las mañanas y me da igual si el pruno que hay enfrente está florido o se ha podrido.»
—La vida imaginaria

Fahrenheit 451

La mayoría de nosotros no podemos andar corriendo por ahí, hablando con todo el mundo, ni conocer todas las ciudades del mundo, pues carecemos de tiempo, de dinero o de amigos. Lo que usted anda buscando, Montag, está en el mundo, pero el único medio para que una persona corriente vea el noventa y nueve por ciento de ello está en un libro.
—Fahrenheit 451

Las ventajas de ser un marginado - Las ventajas de ser invisible

Querido amigo: 
Te escribo porque ella dijo que escuchas y comprendes y que no intentaste acostarte con aquella persona en esa fiesta aunque hubieras podido hacerlo. Por favor, no intentes descubrir quién es ella porque entonces podrías descubrir quién soy yo, y la verdad es que no quiero que lo hagas.
—Las ventajas de ser un marginado

12 dic 2013

Los días que nos separan

Sabía que cogerías el papel. 
Hola, por cierto. 
Sí, te he visto, y sé que tú me has visto a mí. Si no, no tendrías esto entre las manos, ¿no? 
Me acercaría a saludarte, pero por la forma en que me miras de reojo creo que no te haría mucha gracia. Quizás estás valorando si tengo pinta de atracador. O a lo mejor piensas que estoy loco. Podría ser, pero entonces… ¿por qué has venido? ¿Estarás loca también?
—Los días que nos separan

Los días que nos separan

Voy a aprovechar lo poco que queda de folio para demostrarte que no soy un psicópata. Me llamo Leo. Leo a secas: ni Leonardo, ni Leopoldo ni Leónidas. L-e-o. Te diría que soy el vigilante del reino literario infantil y que por eso me encontraste en la sección infantil de la biblioteca, pero me temo que soy un simple estudiante de traducción. Y sí, el libro era para mí.
—Los días que nos separan

Buscando a Alaska

«Yo quería acostarme junto a ella en el sofá, abrazarla y dormir. No coger, como en esas películas. Ni siquiera tener sexo. Sólo dormir juntos, en el sentido más inocente de la frase. Pero me faltaba valor, ella tenía novio, yo era torpe, ella era preciosa, yo era un aburrido sin remedio y ella era fascinante hasta el infinito. Así que regresé a mi habitación y caí sobre la litera inferior, pensando que si las personas fueran lluvia, yo sería llovizna y ella, un huracán.»
—Buscando a Alaska

Buscando a Alaska

Cuando los adultos dicen: “Los adolescentes piensan que son invencibles”, con esa sonrisa mañosa y estúpida en sus rostros, no saben cuan en lo correcto están. Necesitamos no perder nunca la esperanza, porque nunca nos podemos romper de manera irreparable. Pensamos que somos invencibles porque lo somos. Ellos olvidan eso al envejecer.
— Buscando a Alaska. - John Green.

Buscando a Alaska

—Realmente has leído todos los libros que tienes en tu habitación? —se río.
—Oh Dios no. Tal vez haya leído un tercio de ellos. Pero los leeré todos. Lo llamo “La librería de mi vida”. Todos los veranos desde que era pequeña, he ido a ventas de garage y comprado todos los libros que se veían interesantes. Así siempre tengo algo que leer. Pero hay mucho que hacer: cigarros que fumar, sexo que tener, columpios para columpiarse. Tendré más tiempo para leer cuando sea vieja y aburrida.

—Alaska Young, Buscando a Alaska.

11 dic 2013

Los días que nos separan

«¿Has escrito alguna vez una nota a un desconocido? Si lo has hecho, dime cómo se empieza, porque llevo todo el día devanándome los sesos para encontrar un buen inicio. De hecho, preguntándome si debería dejarte esta nota. Como ves, ha ganado el sí, aunque sigo sin saber cómo escribirla. 
No soy una psicópata ni una acosadora. De hecho, es la primera vez que hago esto. Sólo te escribo para darte las gracias por haberme cedido el libro. Eres la primera persona que conozco que quiere leer Peter Pan. Al menos el original, claro. Aunque quizás era para algún hermano o primo pequeño y ahora mismo te estás riendo de la loca que se pasea por la sección infantil y deja cartas en los libros.»
—Los días que nos separan

Atardecer en París

—Era más de medianoche, no estaba nada cansado, y no quería que la noche terminara. Por mí podía haber continuado eternamente, como les ocurría a los protagonistas de Antes del amanecer, esos dos estudiantes que se pasan un día y una noche dando vueltas por Viena y luego no se pueden separar uno del otro.

Atardecer en Paris

Los días que nos separan

–Me quedé leyendo hasta tarde. 
–¿Qué leías? 
Guardó silencio durante unos segundos y al final admitió: 
–Peter Pan y Wendy. 
Héctor fingió sorprenderse, pero la risa lo traicionó. 
–Tú y tus lecturas raras… 
–Oye, que es un clásico. 
–Infantil. 
–Sí, bueno. Con algo tendré que alimentar a mi niña interior, ¿no? No voy a dejar que se muera de inanición como hiciste tú con el tuyo –le dijo medio en serio medio en broma. 

—Los días que nos separan

7 dic 2013

Blanca como la nieve, roja como la sangre

«Me gusta tener grandes deseos. Un gran sueño. Todavía no sé cuál es, pero me gusta soñar que tengo un sueño. Estar en la cama en silencio soñando con mi sueño. Sin hacer otra cosa. Repasar los sueños y ver cuales me gustan. ¿Quién sabe si dejaré huella? Solo los sueños dejan huella.»
—Blanca como la nieve, roja como la sangre

Blanca como la nieve, roja como la sangre

«Llega el día en que te miras al espejo y no eres el que te esperabas. Sí, porque el espejo es la forma más cruel de la verdad. No te reflejas como eres realmente. Querrías que tu imagen se correspondiese con quien eres por dentro y que los otros al verte pudieran saber en el acto si eres sincero, generoso, simpático… pero resulta que nunca se puede prescindir de las palabras ni de los hechos. Tienes que demostrar quién eres.»
—Blanca como la nieve, roja como la sangre.

Blanca como la nieve, roja como la sangre

«El dolor me obliga a cerrar los párpados a esconder los ojos. siempre pensé que devoraría el mundo con mis ojos, que como abejas se posarían sobre todas las cosas para destilar su belleza. pero la enfermedad me obliga a cerrar los ojos por el dolor, por el cansancio. poco a poco he ido descubriendo que con los ojos cerrados era visible toda la belleza del mundo, y esa belleza eres tu Dios! si tu me hacer cerrar los ojos es para que yo este mas atenta cuando los vuelva a abrir.»
—Blanca como la nieve, roja como la sangre

El club de los corazones solitarios

Y entonces sucedió.
Allí estaba.
Más alto.
Más maduro.
Ya no era solo guapo, sino sexy.
Y era mío.
Quería estar conmigo. Y yo, con él. Parecía así de simple.
Al poco tiempo estábamos juntos. Por fin, juntos de verdad.
Solo que no fue el cuento de hadas que yo había esperado.
Porque los chicos cambian.
Mienten.
Te pisotean el corazón.
—El club de los corazones solitarios

4 dic 2013

2 dic 2013

Buenos días, tristeza

«A ese sentimiento desconocido cuyo tedio, cuya dulzura me obsesionan, dudo en darle el nombre, el hermoso y grave nombre de tristeza. Es un sentimiento tan total, tan egoísta, que casi siempre me produce vergüenza, cuando la tristeza siempre me ha parecido honrosa. No la conocía, tan solo el tedio, el pesar, más raramente el remordimiento. Hoy algo me envuelve como una seda, inquietante y dulce, separándome de los demás. »

Desconocido

«Estoy harta de mi adolescencia. Harta de sentirme mal y no saber por qué. Harta de tener ganas de llorar, y de gritar, y de amar y de muchas más cosas, sin saber de dónde vienen o adónde van, como si mi cabeza tuviera un agujero negro por el que se me escapara la energía.»

Carolina se enamora

«Los que mueren de verdad son los que no viven. Los que se reprimen porque los asusta el qué dirán. Los que hacen descuentos a la felicidad. Los que se comportan siempre de la misma forma pensando que no se puede hacer nada diferente, los que piensan que amar es como una jaula, los que nunca cometen pequeñas locuras para reírse de sí mismos o de los demás. Mueren los que no saben pedir ni ofrecer ayuda.»

Tengo ganas de ti

«Estoy fuera de los recuerdos, del pasado, pero también estoy perdido. Antes o después de las cosas que has dejado atrás te alcanzan, y las cosas más estúpidas, cuando estás enamorado, las recuerdas como las más bonitas... Porque su simplicidad no tiene comparación. Y me dan ganas de gritar. En este silencio que te hace daño...»

Papá puerco

«Es posible que, mientras el mundo se mueve, se vaya enredando como un ciego en una casa llena de telarañas con esas pequeñas hebras especializadas de espacio-tiempo que intentan crecer dentro de todas las historias que se encuentran, tirando de ellas y rompiéndolas y forzándolas a adoptar formas nuevas.»