26 may 2014

Rayuela

“A veces uno amanece con ganas de extinguirse… Como si fuéramos velitas sobre un pastel de alguien inapetente. A veces nos arden terriblemente los labios y los ojos y nuestras narices se hinchan y somos horribles y lloramos y queremos extinguirnos… Así es la vida, un constante querer apagarse y encenderse.”
—Rayuela - Julio Cortázar 

El vino del estío

Algunas personas se vuelven terriblemente tristes cuando aún son jóvenes. Sin un motivo en especial, pareciera. Casi como si hubiesen nacido así. Se lastiman más fácilmente, se cansan más pronto, lloran y recuerdan más. Y, como digo, se vuelven tristes antes que nadie en el mundo. Lo sé, pues soy uno de ellos.
—El vino del estío - Dandelion wine, Ray Bradbury.

Cornelia Funke

«¿Hay algo más hermoso en el mundo que las letras? Símbolos mágicos, voces de muertos, millares de mundos maravillosos mejores que éstos, que dispensan consuelo, disipan la soledad, guardan los secretos, proclaman la verdad…» 
—Cornelia Funke.

Cornelia Funke

«Saborea cada palabra, deja que se deshagan en tu lengua. ¿No saboreas los colores? ¿No saboreas el viento y la noche? ¿El miedo, la alegría y el amor? Saboréalas, y todo despertará a la vida…» 
—Cornelia Funke.

Oscar Wilde

"No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo."
—Oscar Wilde

15 may 2014

Una abundancia de Katherines - John Green



Una abundancia de Katherines
Autor: John Green
Editorial: Dutton Juvenile
Género: Juvenil
Sinópsis
Cuando se trata de relaciones, el tipo de Colin Singleton son las chicas llamadas Katherine. Y cuando se trata de chicas llamadas Katherine, Colin siempre termina siendo al que cortan. Diecinueve veces, para ser exactos. En un viaje en carro a millas de casa, este chico prodigio y obsesionado con los anagramas tiene 10,000 dólares en su bolsillo, un cerdo salvaje detrás de él y la compañía de su amigo con sobrepeso y amante de la Juez Judy….pero no Katherines. Colin tiene una misión, probar el Teorema de la Predictibilidad de Katherines, el cual espera sirva para predecir el futuro de cualquier relación, vengar a todos aquellos que han sido cortados y finalmente, conseguirle a la chica.



«Colin se libró de los abrazos y se sentó en su cama. Sintió una necesidad tremenda de sacarlos de su habitación inmediatamente, como si no se marcharan, fuera a estallar. Literalmente. Intestinos por las paredes; su prodigioso cerebro vaciado sobre su colcha.» 
«Colin creía que el mundo contenía exactamente dos tipos de personas: Deshechores y Deshechos. Muchas personas tienden a ser ambos, pero esas personas pierden el interés totalmente: Estás predispuesto a uno o a otro. Los Deshechores no siempre son los rompecorazones, y los Deshechos no siempre son los que tienen el corazón roto. Pero todo el mundo tiene una tendencia.» 
«Ella lo había querido, y él la había querido también, ferozmente. Y él aún lo hacía —se dio cuenta de que estas palabras le rondaban la mente mientras conducía: Te quiero, Katherine. El nombre sonaba diferente en su boca cuando se lo decía a ella; no parecía el nombre con el que había estado tanto tiempo obsesionado, sino una palabra que la describía solo a ella, una palabra que olía como los lirios, que capturaba el azul de sus ojos y la longitud de sus gafas.» 
—¿Puedo ausentarme un momento? —preguntó.—¿Es importante?
 —Creo que tengo una pestaña en mi esfínter pupilar —contestó Colin, y la clase rompió a reír. La señorita Sorenstein lo envió de camino, y después Colin fue al baño y, frente al espejo, se quitó la pestaña del ojo, dónde se encuentra el esfínter pupilar.
Después de las clases, Hassan encontró a Colin comiendo manteca de cacahuate y no un sándwich de gelatina en la gran escalera de piedra de la entrada trasera del colegio.
—Mira —dijo Hassan—. Este es mi noveno día de colegia en toda mi vida, y de alguna manera ya he aprendido lo que puedes o no puedes decir. Y no puedes decir nada de tu propio esfínter.
—Es parte del ojo —dijo Colin a la defensiva—. Estaba siendo inteligente.
—Escucha tío. Tienes que conocer a tu audencia. Eso casi podría encajar en una convención de oftalmólogos, pero en clase de cálculo, todo el mundo se pregunta cómo demonios tienes una pestaña ahí.
Y se hicieron amigos.
Colin se detuvo en el camino de la grava de la tienda. Se quitó el cinturón y le dijo a Hassan:—Me pregunto si tienen al Archiduque con la soda o con la carnada.
La gran carcajada de Hassan llenó el coche.
—Joder, Colin haciendo una gracia. Este sitio es mágico para ti. Una pena que vayamos a morir aquí. Lo digo en serio. Un árabe y un medio judío entrando en una tienda en Tennessee. Es el principio de un chiste, y la palabra final es "sodomía".
Sin embargo, Colin escuchó los pies de Hassan arrastrándose por la carretera del estacionamiento tras él.





Una abundancia de Katherines

Colin se detuvo en el camino de la grava de la tienda. Se quitó el cinturón y le dijo a Hassan:
—Me pregunto si tienen al Archiduque con la soda o con la carnada.
la gran carcajada de Hassan llenó el coche.
—Joder, Colin haciendo una gracia. Este sitio es mágico para ti. Una pena que vayamos a morir aquí. Lo digo en serio. Un árabe y un medio judío entrando en una tienda en Tennessee. Es el principio de un chiste, y la palabra final es "sodomía". 
Sin embargo, Colin escuchó los pies de Hassan arrastrándose por la carretera del estacionamiento tras él.
—Una abundancia de Katherines

Una abundancia de Katherines

—¿Puedo ausentarme un momento? —preguntó.
—¿Es importante?
 —Creo que tengo una pestaña en mi esfínter pupilar —contestó Colin, y la clase rompió a reír. La señorita Sorenstein lo envió de camino, y después Colin fue al baño y, frente al espejo, se quitó la pestaña del ojo, dónde se encuentra el esfínter pupilar.
Después de las clases, Hassan encontró a Colin comiendo manteca de cacahuate y no un sándwich de gelatina en la gran escalera de piedra de la entrada trasera del colegio.
—Mira —dijo Hassan—. Este es mi noveno día de colegia en toda mi vida, y de alguna manera ya he aprendido lo que puedes o no puedes decir. Y no puedes decir nada de tu propio esfínter.
—Es parte del ojo —dijo Colin a la defensiva—. Estaba siendo inteligente.
—Escucha tío. Tienes que conocer a tu audencia. Eso casi podría encajar en una convención de oftalmólogos, pero en clase de cálculo, todo el mundo se pregunta cómo demonios tienes una pestaña ahí.
Y se hicieron amigos.
—Una abundancia de Katherines

Una abundancia de Katherines

«Ella lo había querido, y él la había querido también, ferozmente. Y él aún lo hacía —se dio cuenta de que estas palabras le rondaban la mente mientras conducía: Te quiero, Katherine. El nombre sonaba diferente en su boca cuando se lo decía a ella; no parecía el nombre con el que había estado tanto tiempo obsesionado, sino una palabra que la describía solo a ella, una palabra que olía como los lirios, que capturaba el azul de sus ojos y la longitud de sus gafas.» 
—Una abundancia de Katherines

Una abundancia de Katherines

«Colin creía que el mundo contenía exactamente dos tipos de personas: Deshechores y Deshechos. Muchas personas tienden a ser ambos, pero esas personas pierden el interés totalmente: Estás predispuesto a uno o a otro. Los Deshechores no siempre son los rompecorazones, y los Deshechos no siempre son los que tienen el corazón roto. Pero todo el mundo tiene una tendencia.» 
—Una abundancia de Katherines

Una abundancia de Katherines

«Colin se libró de los abrazos y se sentó en su cama. Sintió una necesidad tremenda de sacarlos de su habitación inmediatamente, como si no se marcharan, fuera a estallar. Literalmente. Intestinos por las paredes; su prodigioso cerebro vaciado sobre su colcha.» 
—Una abundancia de Katherines

3 may 2014

Retrato en sepia

Ahora que la muerte estaba allí, inclinada sobre él como un buitre, esperando su oportunidad para darle el zarpazo final, el instinto de la vida lo remeció. Las ganas de salvarse eran superiores al quemante tormento que lo traspasaba desde la pierna hasta la última fibra del cuerpo, más fuertes que la angustia, la incertidumbre y el terror. Comprendió que lejos de echarse a morir, deseaba desesperadamente permanecer en el mundo, vivir en cualquier estado y condición, de cualquier manera, cojo, derrotado, nada importaba con tal de seguir en este mundo.”
—Retrato en sepia, Isabel Allende

Eleanor y Park

—No me gustas —dijo ella, sonando por un segundo como si lo dijera realmente en serio—. Yo… —Su voz casi desapareció—, a veces creo que vivo por ti.
Él cerró los ojos y arqueó la cabeza en su almohada, sin dejar de sostener el teléfono en la misma posición.
—No creo que siquiera pueda respirar si no estamos juntos —susurró—. Lo que quiere decir, que cuando te vea el lunes a la mañana, habrán pasado como sesenta horas desde que he respirado. Esa es probablemente la razón por la que estoy tan gruñona, y por qué te grito. Todo lo que hago cuando estamos separados es pensar en ti, y todo lo que hago cuando estamos juntos es entrar en pánico. Porque cada segundo se siente tan importante. Y porque estoy tan fuera de control, no puedo evitarlo. Ni siquiera me pertenezco, soy tuya, ¿y qué si decides que no me quieres? ¿Cómo podrías 
quererme como te quiero?
Él se quedó en silencio. Quería que todo lo que ella acababa de decir fuera lo últimos que escuchara. Quiso dormir con “Te quiero” en sus oídos.”
—Eleanor y Park 

No me olvides

“No te olvides del día que nos conocimos, no te olvides del primer momento en que me hablaste. No te olvides de todas esas cosas que me hacen reír, no te olvides de los días que estaba triste y tú me consolaste. No te olvides de todas nuestras peleas y reconciliaciones, no te olvides de mis celos y mi orgullo, pero no te olvides de los tuyos también. No te olvides de la primera vez que me dijiste que me amabas, y por supuesto no te olvides también cuando te lo dije yo. No te olvides cuando te hacia enojar y lo mucho que me gustaba hacerlo. No te olvides de aquellas madrugadas que pasábamos hablando. No te olvides de lo mucho que te extrañe cuando estabas lejos. No te olvides de que te amo y que siempre lo haré.”
—No me olvides, Cheryl Lanham

El principito

"Amor no correspondido" Creo que ese sufrimiento es necesario en nuestras vida. Porque con el aprendes a conocer el verdadero amor. Se aprende a dejar ir. Y nos enseña que somos capaces de amar y luchar por lo que queremos. Pese a que sea un amor no correspondido, lo dejamos ir deseándole lo mejor. Porque ese es el amor verdadero. Cuando una persona dice que ha sufrido por amor, en realidad ha sufrido por querer, no por amar. Se sufre por apegos. Si realmente se ama, no puede sufrir, pues nada ha esperado del otro. Cuando amamos nos entregamos sin pedir nada a cambio, por el simple y puro placer de dar. Amar es desear lo mejor para el otro, aún cuando tenga motivaciones muy distintas.
Amar es permitir que sea feliz, aún cuando tu camino sea diferente al otro. Es un sentimiento desinteresado que nace en un donarse, es darse por completo desde el corazón. Por esto, el amor nunca será causa de sufrimiento. Se sufre por querer. No por amor.
—El Principito

A orillas del río Piedra me senté y lloré

«Amar es como una droga. Al principio hay una sensación de euforia, de entrega total. Después, al día siguiente quieres más. Todavía no te has enviciado, pero te ha gustado la sensación, y te parece que puedes mantenerla bajo control. Piensas en la persona amada durante dos minutos y la olvidas durante tres horas.
Pero al poco tiempo te acostumbras a esa persona, y pasas a depender totalmente de ella. Entonces piensas en ella durante tres horas y la olvidas durante dos minutos. Si no está cerca, experimentas las mismas sensaciones que los viciosos cuando no consiguen droga. En ese momento, así como los viciosos roban y se humillan para conseguir lo que necesitan, tú estás dispuesto a hacer cualquier cosa por el amor.»
—A orillas del río Piedra me senté y lloré