15 may 2014

Una abundancia de Katherines - John Green



Una abundancia de Katherines
Autor: John Green
Editorial: Dutton Juvenile
Género: Juvenil
Sinópsis
Cuando se trata de relaciones, el tipo de Colin Singleton son las chicas llamadas Katherine. Y cuando se trata de chicas llamadas Katherine, Colin siempre termina siendo al que cortan. Diecinueve veces, para ser exactos. En un viaje en carro a millas de casa, este chico prodigio y obsesionado con los anagramas tiene 10,000 dólares en su bolsillo, un cerdo salvaje detrás de él y la compañía de su amigo con sobrepeso y amante de la Juez Judy….pero no Katherines. Colin tiene una misión, probar el Teorema de la Predictibilidad de Katherines, el cual espera sirva para predecir el futuro de cualquier relación, vengar a todos aquellos que han sido cortados y finalmente, conseguirle a la chica.



«Colin se libró de los abrazos y se sentó en su cama. Sintió una necesidad tremenda de sacarlos de su habitación inmediatamente, como si no se marcharan, fuera a estallar. Literalmente. Intestinos por las paredes; su prodigioso cerebro vaciado sobre su colcha.» 
«Colin creía que el mundo contenía exactamente dos tipos de personas: Deshechores y Deshechos. Muchas personas tienden a ser ambos, pero esas personas pierden el interés totalmente: Estás predispuesto a uno o a otro. Los Deshechores no siempre son los rompecorazones, y los Deshechos no siempre son los que tienen el corazón roto. Pero todo el mundo tiene una tendencia.» 
«Ella lo había querido, y él la había querido también, ferozmente. Y él aún lo hacía —se dio cuenta de que estas palabras le rondaban la mente mientras conducía: Te quiero, Katherine. El nombre sonaba diferente en su boca cuando se lo decía a ella; no parecía el nombre con el que había estado tanto tiempo obsesionado, sino una palabra que la describía solo a ella, una palabra que olía como los lirios, que capturaba el azul de sus ojos y la longitud de sus gafas.» 
—¿Puedo ausentarme un momento? —preguntó.—¿Es importante?
 —Creo que tengo una pestaña en mi esfínter pupilar —contestó Colin, y la clase rompió a reír. La señorita Sorenstein lo envió de camino, y después Colin fue al baño y, frente al espejo, se quitó la pestaña del ojo, dónde se encuentra el esfínter pupilar.
Después de las clases, Hassan encontró a Colin comiendo manteca de cacahuate y no un sándwich de gelatina en la gran escalera de piedra de la entrada trasera del colegio.
—Mira —dijo Hassan—. Este es mi noveno día de colegia en toda mi vida, y de alguna manera ya he aprendido lo que puedes o no puedes decir. Y no puedes decir nada de tu propio esfínter.
—Es parte del ojo —dijo Colin a la defensiva—. Estaba siendo inteligente.
—Escucha tío. Tienes que conocer a tu audencia. Eso casi podría encajar en una convención de oftalmólogos, pero en clase de cálculo, todo el mundo se pregunta cómo demonios tienes una pestaña ahí.
Y se hicieron amigos.
Colin se detuvo en el camino de la grava de la tienda. Se quitó el cinturón y le dijo a Hassan:—Me pregunto si tienen al Archiduque con la soda o con la carnada.
La gran carcajada de Hassan llenó el coche.
—Joder, Colin haciendo una gracia. Este sitio es mágico para ti. Una pena que vayamos a morir aquí. Lo digo en serio. Un árabe y un medio judío entrando en una tienda en Tennessee. Es el principio de un chiste, y la palabra final es "sodomía".
Sin embargo, Colin escuchó los pies de Hassan arrastrándose por la carretera del estacionamiento tras él.





0 comentarios:

Publicar un comentario